jueves, 5 de diciembre de 2013

Hoy tengo un poema para ustedes.

Hoy les estaré presentando un bello poema que escribió mi hermano Orlando, lean detenidamente y vean cuanta sabiduría y belleza encierran .

 

Mi muchacha.

 

Dónde está la muchacha de los rizos

Que ayer no  más soñaba mi semblante.

Dónde está. Quién me dice qué caminos

Tomó, qué larga ausencia

Pronosticó para mi amor. Quién me lo dice.

Dónde  está la muchacha. En qué lugares

El aire acarició su negro pelo

Y levantó su falda.

Quién me dice

Dónde puedo encontrarla nuevamente.

Se fue, sedosa y frágil amapola,

Y me dejó el pesar y la añoranza.

No sabe que la rueda de los días

Gira y gira sin fin, tozudamente,

Borrando angustias viejas, sepultando

Los amores en flor, y marchitando,

( porque nada es eterno, nada, nada),

Lozana juventud, lozana piel.

Si pudiera mi amor, ay, si pudiera

Hacerla regresar hasta mis brazos

Y platicando a solas darle toda

Esta gris experiencia que poseo;

Decirle que el amor no es campanilla

Que crece en el arroyo sin cuidado,

Que los que la conozcan van a hacerle

Todo el sexo que acepte su inocencia,

Que por amor no van a darle un beso,

Que nunca va a ser diosa en otro sitio.

Yo sé que mi experiencia es solo eso,

Es algo personal, algo sufrido,

Intransferible, y que por consiguiente

Nunca va a resultar que la convenza.

Pero cuánto yo diera por tenerla

Nuevamente en mis brazos, cuánto diera

Porque su risa, cascabel sonoro,

se rompa en la negrura de mi cuarto,

y sus ojos me miren, y su boca

me bese eternamente, hasta la nada.

Amigos, no me digan los caminos

Que pudo haber tomado mi  muchacha.

Déjenme hacer hipótesis posibles

Como torero en astas levantado;

Déjenme suponer que solo el viento

Que eternamente corre los caminos

Sabe dónde se encuentra, en qué parajes

Manos desconocidas la recorren.

Vendrán otras muchachas, otros rizos,

El fulgor de otros ojos, otra boca

Dirá las mismas frases, hará gestos

Idénticos y juramentos falsos

De amar hasta la muerte dirá otra.

El tiempo pasará. La vida misma

Hará que en el otoño de los años

Yo vuelva a ver de nuevo a mi muchacha.

Para entonces la rueda de los días

Habrá hecho en su piel surcos profundos,

Su lozana juventud será recuerdo

Y su experiencia gris tan solo báculo.

Entonces le diré que las razones

Que pude haberle dicho aquella tarde

Son ahora en mi memoria nebulosa

Humo que se disipa, viento errante.

Le diré que después de aquella tarde

La rueda de los días trajo tantas

Muchachas diferentes  que no puedo

Hacerle concesiones sin herirme,

Que todos los recuerdos son mi vida

y no cambio `por nada mis recuerdos.

Pero esta tarde triste, amigos míos,

Cuánto diera por ver a mi muchacha;

Por subirle la falda como el viento

De los campos le hará, cuánto yo diera

Por encerrarla entre mis brazos como

Si fueran dos grilletes, cuánto diera

Porque la rueda tonta de los días

Girara hacia el origen de las cosas

Para verla de nuevo, enternecida,

Arquear sus labios puros, de amapola,

Y darme un beso enorme, hasta la nada.

 

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